Existe la falsa idea entre la mayoría de las gentes de que cuando un apellido posee la partícula “de” delante es prueba de pertenecer a una noble y antigua hidalguía. Este error viene de Francia en donde siglos atrás, fue reclamada la partícula “De” (así con mayúscula), como signo distintivo de nobleza y posesión de territorio. En la misma Francia, en el siglo XVI se llegó a prohibir su uso a todos aquellos que no fuesen genuinamente nobles, pues ocurría hecho de ser comprada la partícula “De” por gente sin nobleza aunque adinerados o nuevos ricos.
Esto nunca ocurrió en España, en donde muchas de las casas nobiliarias y de muy antiguo linaje no usaron esa preposición como símbolo o garantía de nobleza. Entonces ¿por qué existen personas con el “de” incluido en el apellido mientras que otras solo lo tienen como “Diego” a secas? La explicación la encontramos en que en España esa partícula se utilizó solo para indicar procedencia de un lugar o de una familia y en algunas ocasiones durante el siglo XVIII para afrancesar el apellido tratando de darle mayor peso nobiliario dada la presencia de la casa Borbón como reyes de España. Además, en el Reino de Aragón fue muy usado el añadir la partícula “de” a los apellidos. Por lo tanto, y esto es lo que debemos tener en cuenta, tanto “Diego” como “de Diego”, provienen del mismo tronco común surgido a comienzos del siglo doce en las montañas de Santander hoy autonomía de Cantabria.